¿Quién no ha usado el celular mientras camina por la calle, a riesgo de chocarse con una farola, ser atropellado por un carro o colisionar con otro peatón igualmente absorto por el adictivo brillo de la pantalla?
Hoy día, si todavía no lo has hecho eres una verdadera excepción.
La imagen de transeúntes distraídos caminando por la calle y enviando mensajes de texto o conversando a través el teléfono móvil se ha convertido en un reflejo natural de la era en que vivimos.
La escena parece absurda, pero lo cierto es que las consecuencias pueden ser graves. Según la Dirección General de Tráfico (DGT) española, en el 98% de los casos en el que un peatón es responsable de siniestro por distracción, el despiste está relacionado con el uso de un celular.
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Estas imprudencias están causando todo tipo de accidentes en el mundo, desde caídas hasta atropellos y lesiones graves.
Ciudades de todo el mundo -desde Chile hasta España, pasando por China, Alemania o Australia- han tomado medidas, desde señales de advertencia, hasta semáforos especiales o incluso calles especiales para adictos al celular.
Pero una ciudad estadounidense ha decidido llegar más lejos: prohibir esta práctica del todo.