Pero la situación económica es tan delicada por estas horas que Massa y su equipo decidieron poner el foco exclusivamente en la gestión. “Van a ser 15 días dedicados exclusivamente a la gestión. Ahora lo importante es tomar medidas para recomponer el poder adquisitivo de la gente y enfrentar el daño de la devaluación”, indicaron en el entorno del ministro.
Se está avanzando en el anuncio de una suma fija para los trabajadores formales pero aún no está definido el monto. El anuncio podría ser antes del fin de semana. Esa es la intención. Mientras tanto, desde el sindicalismo empiezan a mandar señales claras de que hace falta una medida urgente para amortiguar el impacto inflacionario.
Durante el fin de semana el titula de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, uno de los sindicalistas más cercanos a Cristina Kirchner, le pidió al Gobierno “resarcir el daño” que la inflación produce “al bolsillo de los argentinos”. Los gremios del peronismo pueden postergar los reclamos, pero no evitarlos. La inflación mensual del 6% de piso ha dejado atrasado muchos acuerdos paritarios cerrados en el primer cuatrimestre.
“Estamos hablando de una suma fija. Para nosotros, mínimo de $75.000. Adelantar el aumento pendiente del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, ponerlo en práctica ya, y convocar para discutir el cierre del último trimestre. Nosotros, desde el peronismo, siempre dijimos que cuando la gente tiene un pesito en el bolsillo la economía se mueve, lo gasta. Bueno, entonces hagamos eso”, expresó durante una entrevista.
El titular de la CTA Autónoma, Hugo Yasky, pidió una suma fija que no sea menor de $75.000 (Gustavo Gavotti)
El titular de la CTA Autónoma, Hugo Yasky, pidió una suma fija que no sea menor de $75.000 (Gustavo Gavotti)
Ese pedido se suma al de varios de los sindicatos más pesados que exigen reaperturas de paritarias. La Bancaria, Camioneros y Comercio, por citar tres de los que tienen más afiliados, pidieron al sector empresario reabrir la discusión. ¿El motivo? Más que claro. La inflación de los últimos meses y la proyección inflacionaria para el próximo bimestre que, según consultoras privadas, estaría en dos dígitos.
La decisión de poner en pausa la campaña no solo tiene que ver con una necesidad de tiempo para resolver la gestión, sino también cumplir con un objetivo estratégico. En el oficialismo entienden que no es momento de que Massa aparezca al frente de actos políticos de campaña. El clima social está demasiado tenso y, después de las PASO, atravesado por un gran nivel de incertidumbre que genera la posibilidad de que Milei termine siendo presidente.
En ese contexto, y en sintonía con la idea de que está al frente de las tormentas, Massa decidió patear para adelante las visitas, en formato de campaña, al conurbano y las provincias. En el vínculo entre el candidato y los jefes comunales hay una charla pendiente. A nadie se le pasó de largo en el búnker peronista la distancia que hubo en algunos municipios entre lo que logró el ministro y los votos que obtuvo el intendente. Se uso mucho la tijera en algunas localidades del conurbano.
“Hay que ajustar la estrategia en varios lugares y hablar con ellos”, dicen en el massismo. Es una forma elegante de admitir que hay reproches internos y que aún no está saldada la discusión sobre cómo debe ser la segunda parte de la campaña.