Y un día Diego Schwartzman despertó del sueño. Estaba viviendo su semana más especial, ya le había ganado por primera vez a un top ten, ya había revertido un partido histórico para saltar a cuartos de final y ahora buscaba jugar una semifinal de Masters 1.000, algo inédito en su carrera. Pero no pudo. Cayó ante el holandés Robin Haase 6-4, 3-6, 3-6 y quedó afuera en Montreal.
El choque ante Haase (52°) representaba un nuevo desafío para el tenista argentino que vive su mejor momento y está en el puesto 32 del ránking de la ATP. Por un lado, a priori resultaba un rival accesible por tratarse de los cuartos de final de un Masters 1.000, instancia a la que el Peque llegaba por segunda vez.
Aunque por otra parte, Schwartzman tenía enfrente a un hombre que siempre lo complicó: el nacido en La Haya llegaba con un récord de 4-0 en el historial entre ambos. Este año ya se habían visto las caras en la primera ronda de Budapest, sobre polvo de ladrillo, donde el europeo ganó con comodidad (6-1 y 6-3).
A la hora de la acción en Montreal fue todo de mayor a menor para el argentino, que arrancó sólido en el primer set y parecía encaminarse a un triunfo con autoridad. Pero se fue deshilachando, perdió confianza y terminó cayendo sin atenuantes.