María Gámez atiende, nerviosa, las explicaciones de Carmeta, una de las enfermeras de la nueva unidad de medicina nuclear del hospital Vall d’Hebron de Barcelona. La niña, de 11 años, padece un cáncer de tiroides y, tras someterse a una intervención quirúrgica para extirpar el tumor, ha de pasar ahora por una terapia con medicamentos radiactivos para eliminar cualquier viso de recidiva. Le esperan tres días y dos noches aislada en una habitación blindada. “Pero podré ver a mis padres”, apunta la niña. La nueva unidad de medicina nuclear de Vall d’Hebron dispone de una estancia agregada a la habitación blindada para que los familiares de los pacientes puedan acompañarlos en el proceso. A través de una ventana de vidrio plomado, pueden interactuar y hacer la estancia del enfermo más amena.
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