Cuando el lunes 29, el actual diputado nacional y ex gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, dijo que su provincia “tiene todo para vivir como un país independiente, pero no lo tiene hoy“, debido a que “necesita de la Argentina y Argentina la perjudica en la calificación de riesgo y el acceso de crédito internacional para atraer inversiones“, muchos pensaron que se trataba de otro exabrupto del mendocino y calificaron su “propuesta” desde “inviable” o “poco seria” (los más moderados) hasta como “un delito grave contra la integridad nacional” (los más combativos).
Para otros, esa postura secesionista es la reacción del ex mandatario por la falta de acuerdo -especialmente por parte de la provincia de La Pampa- para la construcción del muy demorado proyecto hidroeléctrico Portezuelo del Viento (del que se viene hablando desde 1950), que podría generar energía a partir de la corriente del río Grande, que nace al sudoeste de Mendoza, cerca del límite con Chile, y recibe agua de varios afluentes a lo largo de sus 127 kilómetros de recorrido. De su confluencia con el río Barracas se forma el río Colorado, que hace de límite natural entre las provincias de Mendoza y Neuquén, y luego entre La Pampa y Río Negro, para desembocar en la provincia de Buenos Aires. Por ello, Mendoza necesita del consenso de todas las provincias involucradas, como corresponde a una república federal (y no a una confederación de estados), constituida por compatriotas que comparten no solo su historia, sino que construyen unidos un destino común.