Un extraño carnaval que no es carioca se desata en la praia de Copacabana y sorprende a los locales, que sacan fotos y filman con sus celulares a esos visitantes que parecen extraterrestres. Gritan consignas incomprensibles para ellos y de pronto exhalan un shhh… (“un minuto de silencio para Racing que está…”)para luego volver a saltar como enloquecidos. Se divierten todos: los exaltados y los observadores.
Son más de cuarenta los invasores, hinchas de Independiente que no se conocían antes pero que comparten locura e incertidumbre con 28 grados y un sol piadoso. Que llegaron desde Avellaneda, pero también de Almagro, Berisso, La Plata, Guernica y hasta del barrio El Brillante, de Entre Ríos. Cantan “Vamos a dar la vuelta, la vamo a dedicar…”, pero tanta euforia se mezcla con un trago de angustia. La mayoría de ellos no tiene entradas para ver la final de mañana entre Flamengo e Independiente. Pero se subieron igual al avión.
“Y los que tenemos las guardamos en el hotel bajo cuatro llaves”, confiesa un testigo protegido que por supuesto no ofrece datos personales más allá de su camiseta con la 16 de Fabricio Bustos.