Cristina Greve, siete veces campeona argentina, cuenta cómo puede atender a su hijo, compartir el hogar con otro ciclista, cursar Educación Física a 60 kilómetros de su casa, entrenarse y ser parte del exitoso Shimano Ladies Power.
“Mami, no quiero que corras más en bici”.
Fue hace un año cuando Cristina Greve enfrentó quizá su peor momento.Ramiro, su hijo de 8 años, le tiró la frase que ella nunca quiso escuchar. “No fue la primera vez aunque sí la más seria, sobre todo por mis reiteradas ausencias por los viajes. La verdad es que me movió el piso. Y me hizo dudar porque la felicidad suya está por delante de la mía”, admite la ciclista de 30 años que pertenece al Shimano Ladies Power, único equipo latinoamericano que compite a nivel mundial.
“Cuando me lo dijo, lo pensé seriamente. Primero lo charlé con mi marido y la familia, y luego se lo explicamos. Rami ya sabe que los padres trabajan del deporte, lo entiende porque está más grande y, aunque no le gusta mucho, se lo aguanta. Le gusta que sus padres sean ciclistas, incluso verme correr, pero no que falte de casa”, profundiza esta correntina que vive en Bell Ville (Córdoba) desde que se casó con Leandro Bottasso, también corredor de la Selección argentina.