Durante años se asoció el calificativo de “más sucia” a la final de los 100 metros planos de los Juegos Olímpicos de Seúl.
Incluso se escribió un libro sobre esa prueba.
Pero más allá del impacto que tuvo en la historia olímpica la imagen del canadiense Ben Johnson ganando de forma imponente y con récord del mundo aquella carrera, y su posterior descalificación por dopaje, hay otra prueba que reúne los argumentos suficientes para ocupar el lugar más alto del podio de la deshonra.

Se trata de la final de los 1.500 metros planos de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Seis de de las primeras nueve corredoras de la prueba, de 12 participantes, han dado positivo durante sus carreras por sustancias estimulantes prohibidas y cuatro de ellas fueron descalificadas de esa final.