“El viaje fue muy agotador pero lo logré. Ahora, después de tantos años persiguiendo el objetivo de mi vida, necesito descansar y por un tiempo no quiero volver a manejar”, contó este fanático de 73 años.
Es obvio el cariño que el hombre cosechó por su auto y por eso su tristeza cuando su mujer, que necesitaba ir al supermercado, tomó prestado el auto y lo fundió.