“La calle está más linda que nunca”, dijo Miguel Bornstein, vecino de Arroyo al 900 y dueño de la galería de arte 30quarenta situada en esa misma calle. Mientras, le hacía señas a una de sus empleadas que, desde adentro del local, acomodaba unos edificios de cartón que decoraban la vidriera.

Ambos querían dejar todo listo para la inauguración de los cambios que se hicieron en la tradicional calle, y que diseñadores y galeristas de la zona celebraron ayer con intervenciones en la vía pública y un desfile que incluyó desde trajes hechos de cartón, hasta autos de carrera antiguos y motos intervenidas con el mismo material.
La prioridad para el peatón que impera hoy en la zona demandó obras de nivelación de las calles y el ensanchamiento de las veredas, además del reemplazo del mobiliario urbano y de las luminarias.
Por eso, hoy más que nunca, Arroyo remite a cualquiera de esas callecitas del Saint-Germain-des-Prés parisino: veredas amplias y poco espacio para la circulación de autos, lámparas de época, bares escondidos entre edificios antiguos y esas galerías de arte con sus enormes vidrieras.
La nueva fisonomía de Arroyo empezó a gestarse en octubre del año pasado y forma parte del proyecto Retiro Peatonal, que incluyó la puesta en valor del área comprendida entre las calles Carlos Pellegrini, Avenida del Libertador, Maipú y avenida Santa Fe, y que buscó revitalizar la identidad del barrio dándole preferencia al peatón y recuperando el patrimonio.